Paralelo al desarrollo de las desalentadoras noticias
económicas que surgen de Europa, en la otra orilla del mundo el panorama es
diferente, al menos desde el punto de vista económico y comercial: Crecimiento del
producto, relativa estabilidad económica, deudas bajo control y demanda doméstica
robusta. Los países del sudeste y este asiático aprendieron la lección luego de
las crisis de fin de siglo y hoy muestran un panorama más despejado que otras
regiones del mundo. Sin embargo, y a
pesar, de la buena situación económica la región no está libre de
incertidumbres y preocupaciones.
Iniciemos con los aspectos positivos. Vientos de mayor cooperación comercial y de
inversión, fortalecimiento de lazos de confianza y compromiso de apoyo mutuo se
han desarrollado en las últimas semanas. En particular luego la Asia Pacific
Economic Cooperation Summit, en Hawai, con el Presidente Obama como anfitrión, donde
manifestó la intención norteamericana de fortalecer los lazos de seguridad pero
también lo comerciales. De igual forma, y de manera inesperada, Japón –siempre
cuidadoso de proteger su sector agrícola- anunció la intención de formar parte un
área de libre comercio llamada el Transpacific Parnertship con la participación
de Estados Unidos y ocho países incluidos Australia, Nueva Zelanda, Chile y
Singapur. Una semilla de este gran acuerdo ya existe (the Trans-Pacific
Strategic Economic Partnership), de
llegarse a concretar se convertiría en el mercado más atractivo del mundo, un
40% más grande que la Unión Europea,
consolidando la economía asiática en el siglo XXI.
De otra parte, y también con la participación del Presidente
Obama, se llevó a cabo la East Asia Summit en Bali, Indonesia. Con la
participación dos países de la ASEAN más Australia, China, India, Japón, Corea
del Sur y Nueva Zelanda. De nuevo el
propósito fue claro: el Asia Pacífico hace parte de la agenda estratégica
y de mayor importancia para los Estados
Unidos, país que se constituye en el gran contrapeso en la región al temor que
genera el crecimiento Chino. Este
anuncio muestra un cambio en la política exterior norteamericana centrada más
en los asuntos europeos y del Medio Oriente que en la realidad de la Cuenca del
Pacífico. Para muchos analistas la política exterior de los Estados Unidos ha “redescubierto”Asia,
ha redescubierto su potencial y posibilidades cuando la economía doméstica no
muestra señales de vitalidad y la de su tradicional aliado: Europa se encuentra
casi en cuidados intensivos. Así los mercados más dinámicos, jóvenes, de rápido
crecimiento y futuro promisorio deben ser atendidos adecuadamente. Fortalecer los lazos con los aliados como Taiwán,
Australia, Filipinas, Corea del Sur y Japón es esencial, así como crear mayores
redes de cooperación con nuevos actores y, no tan nuevos, como los países del
Sudeste Asiático, Asia Central y la India. Esta es la tarea para los próximos
años. Tarea que bien podría copiar los países que comparten la cuenca del
Pacífico, en particular, los Latinoamericanos.
En materia de seguridad EEUU aprovechó los escenarios mencionados para recordar su compromiso y
aumentar su presencia. Prueba de esto es
el acuerdo para instalar una base militar norteamericana en el norte de Australia
con el fin de entrenar a 2500 marines en
el futuro.
A pesar de los buenos pronósticos de crecimiento la región
no está ajena a los efectos del mal estado de sus mercados tanto EEUU como
Europa. Con un mundo interdependiente la caída de sus socios comerciales
tradicionales afectaría los flujos comerciales y de capital y podría generar un
shock en el precio de los “comodities”. Una recesión en Europa afectaría al Este
y Sudeste de Asia en su comercio, las remesas, el consumo y también los flujos
de crédito. Las perspectivas son
positivas pero los riesgos existen. El Banco Mundial prevé un crecimiento del
Sudeste de Asia en 8,2% para 2011 y 7,8% para 2012.
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