La
definición es ambigua dado que el
concepto tiene muchos acepciones, si en algo están de acuerdo los académicos
que estudian el fenómeno de la debilidad estatal contemporánea es que el
concepto es impreciso. Se encuentra entonces estados: fallidos, en
fallecimiento, débiles, frágiles, en riesgo,
en crisis, vulnerables, colapsados, fantasmas, e incluso pendencieros.
El número de estados fallidos o en proceso de serlo también es motivo de
discusión, se asegura en algunos casos que los estados en proceso de
“desfallecimiento” están en aumento.
Según distintos rankings e índices existen en la actualidad
aproximadamente cien Estados a los que se etiqueta como “frágiles”, de los
cuales alrededor de la mitad aparecen de manera prominente en varios de los
rankings. (Volker, B. e. 2008.
¿Qué es lo fallido? ¿Los estados del sur o la investigación y las políticas de
Occidente? Un estudio sobre órdenes políticos híbridos y los estados emergentes.
Instituto Complutense de Estudios Internacionales , 1-30).
Durante
la década de los noventa la preocupación central hacia los estados fallidos fue el desempeño político-económico y las consecuencias
humanitarias de la pobre gestión pública; el tema, sin embargo, no ocupaba un lugar prioritario dentro de la
agenda de seguridad norteamericana o europea. Previo el 11/9 se buscaba vigorizar
las economías mediante paquetes de ajuste económico o mediante acciones en la
Organización Mundial del Comercio. El deterioro social también fue una de las
preocupaciones expuestas por organismos internacionales y agencias de
cooperación. El aspecto de seguridad no
era una consideración de particular importancia. Por su parte, el Banco Mundial relaciona la
fragilidad estatal con el deterioro
político y social, crisis políticas y conflicto. (Haims M. C., Gompert, Treverton, & Stearns, 2008)
“There is no consensus on the precise number of weak
and failing states. The Commission on Weak States and U.S. National Security
estimates that there are between 50 and 60; the United Kingdom’s Department for
International Development classifies 46 nations with 870 million inhabitants as
“fragile”; and the World Bank treats 30 countries as LICUS. These divergent
estimates reflect differences in the criteria used to define state weakness,
the indicators used to gauge it, and the relative weighting of various aspects
of governance”. (Patrick, Weak States and Global Threats
Facts or Fictions?, 2006, pág. 29)
En
general a partir de 2002 dos aproximaciones resaltan en la literatura sobre el
tema: la primera, y predominante, relaciona el fenómeno de estados fallidos con
la falta de seguridad interna, mínimo control estatal sobre el territorio y las
fronteras; y una segunda aproximación que asimila el estado fallido con una crítica
situación social y de pobreza. Estas dos tendencias vienen acompañadas de
preocupaciones adicionales como la democracia, la legitimidad, los derechos
políticos y civiles, la mínima capacidad para cobro de impuestos y hasta el
manejo inadecuado de recursos naturales estratégicos. Es importante recordar que ambas aproximaciones tienen el denominador común -desde el 11/9- de asimilar "los estados fallidos o en desfallecimiento" con una amenaza al sistema internacional, una amenaza a la seguridad mundial.
En
la primera aproximación se da prioridad a la seguridad interna sobre otras responsabilidades estatales. Es
importante mencionar que no siempre implica la presencia de conflicto interno, los
expertos recomiendan tener en cuenta otros criterios. Entre aquellos que dan
mayor importancia a este aspecto se encuentran menciones a carencias en el
mantenimiento del orden, anarquía, fallas en el control territorial y de
fronteras, la inseguridad urbana, pérdida de autoridad, poco éxito o ausencia
de lucha contra la delincuencia, presencia de bandas, de señores de la guerra
por fuera de la ley, colapso en de las instituciones a cargo de la seguridad
como la policía, entre otros aspectos.
Los centros de pensamiento tienen diversas definiciones que vale la pena recordar, mencionemos algunos conceptos: